Cada uno cuenta la guerra como la ha vivido o se la han contado. A mí, que nací muchos años, después de que acabara nuestra guerra civil, desde niño, me contaron historias de la dura represión que el bando nacional hizo caer sobre personas que durante los años de la República habían declarado su simpatía por la bandera tricolor. Oí hablar de los paseos, fusilamientos y las sacas de personas que tenían como único delito haber defendido la legislación vigente. Vi señalar a personas como matadores: eran generalmente ancianos que paseaban plácidamente al sol en la plaza de un pueblo donde todo el mundo conocía que eran los asesinos de sus padres, tíos o abuelos.
En la escuela, cuando era un niño, nuestro maestro llegó al tema de la Guerra Civil. Después de explicarnos, muy bien, la situación política y la historia militar de la época... un día, nos habló de un pueblo de nuestra región, una localidad que había caído en la zona del frente y en la que las tropas de los dos bandos habían entrado alternativamente. Nos contó dos casos que habían sucedido en aquel lugar. En el primero, una joven madre había sido violada por un grupo de soldados, delante de sus hijos pequeños, antes de ser rematada de un tiro en la boca. En el otro caso, un joven, cuyo delito era haber pretendido a la hija de un preboste local, se desangró lentamente en la plaza del pueblo mientras le metían en la boca los testículos que le habían cortado. Cuando acabó de contar las historias, nuestro maestro añadió que cada una de esas barbaridades había sido cometida por bandos diferentes. Después, se fue dejando la clase en un silencio sepulcral.
Alguna vez, pensé que si me hubiera tocado vivir la guerra a esa edad podría haber sido fácilmente una víctima inocente en el lado en que me hubiera tocado estar.
Fui creciendo, y siendo adolescente me interesé por la historia de nuestro país. Leí sobre aquellos años difíciles, hablé con mucha gente que lo había vivido en sus carnes. Tomé partido hasta mancharme, como decía Paco Ibáñez que le había dicho el poeta. Incluso con las pistas de la lección de nuestro maestro y una historia militar pude deducir quiénes fueron los salvajes que efectuaron cada una de las atrocidades que nos habían contado aquella tarde. Hasta caí en la tentación de sopesarlas y ponerlas en su contexto. Y es verdad que si hubiera tenido veinte años cuando se produjo el golpe de Estado del 18 de julio habría empuñado un fusil para defender la República y, puede ser, es muy probable, que me hubiera liado a tiros contra los camaradas que querían licenciar el Ejército Popular o acabar con el POUM.
La vida ha seguido y he oído hablar de guerras gloriosas, guerras necesarias, guerras de salvación, guerras inevitables, guerras heroicas, guerras ocultas, hasta de guerras justas e injustas. Pero la gente que he conocido, que las ha sufrido y todavía las sufre, hablan de guerras horrorosas.
Hoy, pienso a veces que si me hubiera tocado vivir nuestra guerra civil, con cuarenta años, da igual el bando que me tocara en suerte, en cualquiera de los dos me habrían ajusticiado pronto por ser una voz discordante. Como a tantos.
Raúl Faure
Mujeres que tienen mucho que decir aún después de 70 años, mujeres comprometidas y que viven historias para hacer la HISTORIA.
Julia Conesa era de una familia de Cartagena y yo nací allí.
Creo que hasta que en un acto de este tipo no veamos a: PSOE, PCM y PP... juntos y frente a jóvenes de cualquier color y con cualquier bandera...no habremos dado un paso al entendimiento de quienes somos y de donde venimos para decidir, libremente, el hacia donde queremos ir.
Las leyes ayudan pero sin nuestra capacidad de entendimiento no son nada.
Como le digo a mi marido... a veces me da la sensación de que hemos ido a cines distintos o que hemos estudiado un libro de Lengua Castellana de editoriales diferentes, anyway...
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